2/9/08

Los desaparecidos

Recuerdo muy bien el día en que mis compañeros del diario Granada Hoy me propusieron hacer un reportaje sobre las huellas de la represión de posguerra en Guadix. En esos días -del año 2004- se comenzaba a hablar en Granada de la elaboración de un mapa de fosas comunes de toda la provincia, promovido por la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía. Creo recordar que fue el Ayuntamiento de Benalúa uno de los primeros en solicitar ayuda económica para recuperar la memoria histórica de este municipio, y a partir de esta noticia iniciamos nuestro recorrido por los lugares y hogares testigos mudos y enmudecidos de una cruel represión de cientos de granadinos durante la guerra y posguerra civil española. En las primeras entrevistas pude descubrir, casi perpleja, el miedo a contar los recuerdos y el rencor latente al hablar de ellos en muchos de los que vivieron o supieron de las torturas y fusilamientos. Pero también viví asombrada la naturalidad con la que contaban aquellos episodios una vez superado el temor:

Manuel Urendes nació en 1924 en Benalúa. Con apenas 15 años, hacía el trayecto casi a diario con su carro desde su casa a la Espartera, donde su amigo, el teniente Miró, se encontraba detenido. Le llevaba el café a su amigo, pero era el encargado de recoger los restos de comidas y de la limpieza de los baños de los más de 200 prisioneros que calcula que hubo en este campo de concentración durante al menos un año entero [...]

[...]Una escena la recuerda Francisco con especial conmoción. Fue la de una niña de corta edad que iba a llevar la comida a su padre cuando un día alguien le dijo, señalando al camposanto, “que su padre ya había cambiado de sitio”. La niña fue hacia el cementerio, preguntó por Manuel “El Pelele”, tal como le dijo “con lamentable cinismo e ironía una bestia de muchos conocida y con peores sentimientos que el lobo del cuento”, según relata Francisco, y allí encontró al enterrador sepultando en una fosa común a cuatro hombres que pocas horas antes habían recibido “el alimento eterno”, entre ellos, el padre de esta “Caperucita”, que tuvo que presenciar la espeluznante escena.

A todas estas personas nadie, nadie, les había preguntado antes. Todas esas vivencias quedaban en conversaciones de "mesa camilla", ante unos pocos familiares cercanos. Han pasado cuatro años desde aquel reportaje, que lo titulé "Vía crucis hacia el olvido". Hablé con vecinos de Guadix, de Benalúa, concejales, delegados del gobierno autónomico en Granada... todos, de una manera u otra, parecían estar de acuerdo en rescatar del olvido a los represaliados, torturados, fusilados y marcados para siempre por la guerra.

Dos años más tarde retomé en Cúllar (Granada) el tema de la Memoria Histórica. El reportaje "Poner rostros al olvido" toma el nombre del proyecto "Las caras y voces de la represión: Cúllar, 1939-1945” redactado por el historiador Javier Castillo. Un documento que fue presentado a la línea de ayudas de la Junta para la recuperación de la Memoria Histórica y que da una idea de lo que supuso la represión en este municipio del norte de la provincia de Granada. Además de hablar con Castillo, con su hermano Adrián, locutor de Radio Cúllar, del concejal Roque Navarro y de algunos vecinos, también tuve oportunidad de asistir a una conferencia de Rafael Gil Bracero en Cúllar con motivo de la inauguración de la exposición "Las caras de la represión” y aquella tarde, sinceramente, salí conmocionada por todos los vecinos que se agolpaban emocionados en los paneles donde se exponían los rostros anónimos de las víctimas de la guerra.

Tuve ocasión, poco después, de volver a Cúllar, concretamente al cementerio, para contar otra historia que bien podía ser un ejemplo de los cientos de fusilados que yacen en fosas comunes de manera anónima y que, hoy, gracias al juez Garzón, pueden por fin tener nombre y apellidos. Esperemos que así sea, y que no pasen otros cuatro años antes de poner nombre a otra víctima de la guerra.

Dejo aquí los enlaces a estas historias, para refrescar la memoria:

El vía Crucis hacia el olvido

Las caras de la represión

Poner rostros al olvido