14/6/07

Cuevas nuevas, nuevas vidas

Un centenar de familias participan en un programa de rehabilitación de infravivienda que les ayuda a cambiar de hábitos y mejorar su estatus sociolaboral

Cuevas Huéscar

Lidia M. Ucher. Huéscar. Dulce, María Ángeles y Eugenia son vecinas del barrio de las Cuevas de Huéscar. Tienen en común un modo de vida humilde en uno de los hábitat troglodíticos más extensos de Europa. Pero también compartían, no hace más de dos años, unas condiciones más que deficientes en sus viviendas. Y es que carecían de baño, WC, luz eléctrica o cocina. Un pozo ciego era el único saneamiento con el que contaban como desagüe de todo tipo de residuos. La higiene, por tanto, dejaba mucho que desear entre las familias que habitan estas cuevas: cocinaban en la lumbre, muchas habitaciones carecían de luz y todo ello, unido al hacinamiento en muchas de las casas, configuraba toda una estampa de subdesarrollo impropia de la Unión Europea.

Todo cambió cuando llegó la Junta de Andalucía y su Plan de Transformación de Infravivienda. En colaboración con el Ayuntamiento de Huéscar, comenzaron por censar las cuevas que necesitaban una reforma. Censaron un centenar de cuevas en un estado primitivo, de las que se seleccionaron para el programa un total de 70 viviendas, que se rehabilitarían en tres fases.

El plan afectaba a un centenar de familias que tuvieron que abandonar temporalmente de sus casas y realojarse en viviendas de alquiler o con familiares.

Al mismo tiempo que se iniciaron las obras, la trabajadora social del Ayuntamiento, Belén Blázquez, colaboró con los arquitectos del proyecto para, de manera conjunta, establecer las condiciones sociales de los habitantes de las Cuevas. "Nos encontramos con un absentismo escolar muy alto en niños de apenas 8 ó 9 años y mucho analfabetismo entre gente muy joven", explica Belén. Lo más importante fue la "reeducación" de estas familias "para mantener la higiene y unas condiciones dignas en las cuevas una vez rehabilitadas", según la trabajadora social. Es decir, se les enseñó hábitos de higiene como la ventilación de los baños, la desinfección de los sanitarios o el uso de los contenedores para evitar la acumulación de residuos. Todo ello, acompañado de un programa de inserción sociolaboral. "Esta comunidad -principalmente gitana- necesitaba orientación para formarse y encontrar empleo".

En este sentido, Belén se muestra orgullosa de los progresos de estas familias, sobre todo el de las mujeres gitanas: "Se han incorporado muy bien al mundo laboral, el problema es que sus maridos las dejan trabajar pero son ellos los que les cuesta salir del subsidio y, aunque estén en casa, no se hacen cargo del cuidado de los hijos".

Eso sí, el cambio es evidente y la reforma de las cuevas ha traido un cambio de hábitos y, más importante aún, de mentalidad. Una visita a algunas de las familias de las Cuevas, una vez de vuelta a sus casas, evidencia el cambio. Dulce Nombre Moreno nos recibe a las puertas de su cueva y nos enseña la reforma muy orgullosa. "La única pega fue la cocina, porque no me dejaron el alicatado a la mitad y he tenido que completarla yo misma como he podido". Eugenia Rodríguez se queja del suelo, "que es blanco y se ensucia enseguida", pero reconoce el cambio que ha supuesto entrar en una cueva "totalmente distinta". Otra vecina, Mª Ángeles Cabrera, tiene su casa impecable. "Ahora tenemos luz en todas las habitaciones, puertas y el baño fuera".

Este trabajo de rehabilitación de vivienda social en Huéscar fue seleccionado por la Junta de Andalucía como modelo en Granada para la exposición 'A través de Andalucía. La vivienda protegida. Obra realizada por la Consejería de Obras Públicas y Transportes. Junta de Andalucía (1994-2005)', que se mostró en Sevilla a lo largo del pasado mes de mayo.

El Ayuntamiento de Huéscar ya ha recibido la resolución favorable de la delegación de Obras Públicas para intervenir en otras 80 viviendas de Huéscar para mejorar las condiciones de habitabilidad de las casas y sus moradores.