4/2/07

Poner rostros al olvido

Cúllar toma la iniciativa de rescatar del anonimato a los represaliados de la Guerra Civil, poniendo caras a los hombres y mujeres muertos, encarcelados o exiliados con ayuda de sus vecinos.

Lidia M. Ucher. Cúllar (Granada), La Opinión de Granada, 13/08/06.

La Casa de la Cultura de Cúllar es en estos días de agosto un hervidero. No sólo por el calor, que también, sino por el continuo ir y venir de gentes que no han querido perderse detalle de la exposición que abrió sus puertas al público el 10 de agosto. Mujeres, hombres, niños... de todas las edades y condiciones leían atentamente en los paneles gigantes los datos de doscientos rostros anónimos, que no han dejado a nadie indiferente. Se trata de una muestra nunca vista, y las rostros que no pueden verse son precisamente lo inédito de esta exposición, llamada convenientemente “Las caras de la represión”.

“En todas las guerras civiles son necesarias las memorias de lo que ocurrió”. Así comenzó Rafael Gil Bracero -sorprendido y agradecido por los más de cien cullarenses que acudieron, el pasado jueves, a escucharle-, la conferencia inaugural de este ciclo, dedicado a recuperar la “memoria histórica” de Cúllar. Un concepto que Gil Bracero matiza: “También se trata de romper con 40 años de silencio y olvido, de dignificar y reparar la memoria de las víctimas involuntarias de una guerra que supuso una auténtica tragedia en el seno de muchas familias, sin olvidar que una parte del exilio interior estuvo provocado por la represión”. Ante un público “variopinto”, como él mismo observó, reiteró que “los pueblos que no reconocen su pasado no son pueblos cultos, son pueblos que están dormidos”.

Setenta años después, Gil Bracero recuerda que “son los nietos de las víctimas quienes están aquí para reivindicar una página necesaria en nuestra historia que cicatrice heridas abiertas, y es un orgullo que un pueblo como Cúllar sea todo un “motor moral” con esta iniciativa”.

Gil Bracero recuerda que el partido judicial de Baza permaneció leal a la República durante toda la guerra civil, período en el que Baza fue el centro de la reorganización militar del ejército de la República en Andalucía. “Es importante destacar que hubo una resistencia popular a la vez que una revolución social y un intento de una revolución más radical, lo que al final produjo cansancio y debilidad respecto al bando nacional, lo que explica la derrota”. Con la rendición del 39 -afirmó- comienza en esta zona -”la más represaliada de toda Granada”- un periodo oscuro de “represión, racionamiento, recristianización y retraso”.

Lo cierto es que un pueblo como Cúllar, que contaba en 1930 con unos 8.500 habitantes, vio como su población descendió hasta los menos de 5.000 residentes actuales. “¿Cuántos de los que emigraron tuvieron como condicionante la represión de posguerra?”. Con esta reflexión, Gil Bracero introduce el exilio interior como causa del despoblamiento del interior de Granada. “Hubo una diáspora en los años 50 que no fue por razones estrictamente políticas, pero sí se puede decir que la represión tuvo mucho que ver”, afirma.

Ante los cullarenses, aseguró que es el momento de hablar “con libertad y el máximo compromiso, desde la Universidad y desde la sociedad”. El duelo interior, el silencio y el oscurantismo, dice, “deben quedar atrás”, y muestras como la de Cúllar “son el mejor camino para poner, sin miedo, nombre y apellidos a los rostros”, pero también de que los más jóvenes lean en los paneles la historia olvidada de sus antepasados y pregunten a sus padres qué pasó para que sepan la verdad más rigurosa, empezando porque nunca más se hable de “alzamiento”, sino de un golpe militar contra un gobierno legítimo que fracasó y dio lugar a una guerra.

La muestra también desvela uno de los misterios ocultos bajo la inscripción de una lápida del cementerio: “Aquí yacen los restos de cinco compañeros”. Una casualidad relacionó esta lápida con el descubrimiento de unos documentos en el Juzgado de Cúllar. Consultando los archivos judiciales, un funcionario encontró cinco actas de defunción firmadas por la Guardia Civil, datadas en 1947 y en las que todos los fallecidos constan como “desconocidos” y que se relacionó con la represión de posguerra. El historiador Javier Castillo, autor de la investigación que ha dado nombre a esta exposición, dio con un ejemplar de “Mundo Obrero” en el que se da cuenta, con sus nombres, del asesinato de seis personas, en el mismo año, que fueron enterradas clandestinamente en esta zona. Todo apunta a que la identidad de alguno de los “Cinco de Cúllar” pueda corresponder a estos nombres. “Esperemos que las noticias de los conocedores de la casa y de los familiares de las víctimas permitan dar nombre a los que reposan en esta anónima tumba”. Así, con todos los que permanecen, aún, en el olvido.

Un 0,5 % de los varones de Cúllar, condenados
Según el estudio de Javier Castillo, se sabe que al menos un centenar de cullarenses sufrieron juicios militares y fueron condenados entre 1940 y 1944 a penas que oscilaban entre los seis meses y un día a la reclusión perpetua, y en algunos casos, penas de muerte, que fueron o no conmutadas. A lo que habría que sumar -añade- un número indeterminado aún de exiliados a Francia, Argelia, México..., “que en el algunos casos, en el colmo de la desgracia, acabarían “despareciendo” en los campos de exterminio nazi”. De hecho, hay constancia de al menos tres cullarenses fallecidos en Mauthausen y Gussen en 1941-1942. “Los padecimientos de ellos y de sus familias, tanto desde el punto de vista económico como social y moral, se prolongarían en el tiempo, casi hasta nuestros días”.