La cantidad de viajeros y trabajadores que, atraída por el primer poblador de Europa, se desplaza hasta Orce, ha dado la idea de crear un hostal con menú especializado.
Lidia M. Ucher. Orce. El hombre de Orce ha dado fama internacional a esta villa del altiplano y la historia que aún hoy encierran sus yacimientos arqueológicos sigue atrayendo a cientos de visitantes durante todo el año. Tanto es así que muchos de sus habitantes han encontrado otro “yacimiento”, el del empleo a través del servicio a los que vienen a trabajar en las excavaciones o de visita al pueblo. Así lo han hecho en el Albergue y Catering Villa de Orce, una cooperativa que ofrece alojamiento y comidas por encargo no sólo a sus huéspedes, sino a todos los orcenses que prefieran llevarse a casa un plato de comida casera listo para tomar.
Sus propietarios han rehabilitado la antigua Escuela Hogar de Orce, en la céntrica calle de Mercedes Ortiz, para emprender su negocio. Incluso han conservado la antigua capilla donde rezaban antaño los niños hospedados en esta casa.“Esto estaba totalmente desmantelado, y decidimos abrirlo para albergar durante el verano a los investigadores que trabajan en las excavaciones”, explica su gerente, Loli. Posteriormente, y con la ayuda del Ayuntamiento de Orce, la Diputación y el Grupo de Desarrollo Rural, pudieron ampliar la capacidad del albergue hasta las 55 plazas y abrir el catering de comidas caseras y tradicionales.
La buena acogida que tuvo la idea del catering, no sólo entre los visitantes, sino entre los propios vecinos, que llegaron a un acuerdo con las personas mayores que residen en Orce: cada día, llevan al domicilio de los vecinos mayores de 60 años el menú que cocinan en el albergue. Hasta el momento, reparten ya a los domicilios de 15 ancianos la comida que elaboran diariamente.
Los gerentes pusieron en marcha este albergue-catering después de realizar un curso de Cocina del programa Acerca. “Nos atrevimos a proponerlo a los profesores pensando en atender a los investigadores durante el verano y nos apoyaron en este proyecto, aunque la idea prosperó y pudimos ofrecer el servicio durante todo el año”, asegura orgullosa Loli. El albergue consta de dos plantas, en la primera está la cocina y el servicio de catering y en la segunda las habitaciones.
Todo el edificio, situado en pleno centro histórico de Orce, está decorado con pinturas alusivas a la prehistoria. Mientras sus gerentes nos muestran el albergue, los primeros vecinos se acercan a la cocina para llevarse el menú del día, preparado al estilo casero y basado diariamente en platos tradicionales. Eso sí, elaborado por personal especializado que aprendió las artes culinarias en el curso de Cocina del plan Acerca de la Diputación de Granada.
Al mismo tiempo que reciben a los vecinos, los repartidores llevan a las casas particulares la comida según el acuerdo al que han llegado con los más mayores del pueblo. Esta tarea se multiplica por diez al llegar el verano, cuando decenas de jóvenes investigadores cambian la fisonomía invernal de Orce y llegan hasta el Albergue “Villa de Orce” para comer, descansar y dar trabajo a sus propietarios, que los reciben con los brazos abiertos.
Lidia M. Ucher. Orce. El hombre de Orce ha dado fama internacional a esta villa del altiplano y la historia que aún hoy encierran sus yacimientos arqueológicos sigue atrayendo a cientos de visitantes durante todo el año. Tanto es así que muchos de sus habitantes han encontrado otro “yacimiento”, el del empleo a través del servicio a los que vienen a trabajar en las excavaciones o de visita al pueblo. Así lo han hecho en el Albergue y Catering Villa de Orce, una cooperativa que ofrece alojamiento y comidas por encargo no sólo a sus huéspedes, sino a todos los orcenses que prefieran llevarse a casa un plato de comida casera listo para tomar.
Sus propietarios han rehabilitado la antigua Escuela Hogar de Orce, en la céntrica calle de Mercedes Ortiz, para emprender su negocio. Incluso han conservado la antigua capilla donde rezaban antaño los niños hospedados en esta casa.“Esto estaba totalmente desmantelado, y decidimos abrirlo para albergar durante el verano a los investigadores que trabajan en las excavaciones”, explica su gerente, Loli. Posteriormente, y con la ayuda del Ayuntamiento de Orce, la Diputación y el Grupo de Desarrollo Rural, pudieron ampliar la capacidad del albergue hasta las 55 plazas y abrir el catering de comidas caseras y tradicionales.
La buena acogida que tuvo la idea del catering, no sólo entre los visitantes, sino entre los propios vecinos, que llegaron a un acuerdo con las personas mayores que residen en Orce: cada día, llevan al domicilio de los vecinos mayores de 60 años el menú que cocinan en el albergue. Hasta el momento, reparten ya a los domicilios de 15 ancianos la comida que elaboran diariamente.
Los gerentes pusieron en marcha este albergue-catering después de realizar un curso de Cocina del programa Acerca. “Nos atrevimos a proponerlo a los profesores pensando en atender a los investigadores durante el verano y nos apoyaron en este proyecto, aunque la idea prosperó y pudimos ofrecer el servicio durante todo el año”, asegura orgullosa Loli. El albergue consta de dos plantas, en la primera está la cocina y el servicio de catering y en la segunda las habitaciones.
Todo el edificio, situado en pleno centro histórico de Orce, está decorado con pinturas alusivas a la prehistoria. Mientras sus gerentes nos muestran el albergue, los primeros vecinos se acercan a la cocina para llevarse el menú del día, preparado al estilo casero y basado diariamente en platos tradicionales. Eso sí, elaborado por personal especializado que aprendió las artes culinarias en el curso de Cocina del plan Acerca de la Diputación de Granada.
Al mismo tiempo que reciben a los vecinos, los repartidores llevan a las casas particulares la comida según el acuerdo al que han llegado con los más mayores del pueblo. Esta tarea se multiplica por diez al llegar el verano, cuando decenas de jóvenes investigadores cambian la fisonomía invernal de Orce y llegan hasta el Albergue “Villa de Orce” para comer, descansar y dar trabajo a sus propietarios, que los reciben con los brazos abiertos.