8/6/06

Comarca de Baza, la tierra de los ocres y las cuevas

Como territorio de frontera, los asentamientos de poblados íberos, romanos y árabes dieron a la comarca de Baza un esplendor único del que se conservan verdaderas joyas patrimoniales.

LIDIA M. UCHER. BAZA. Todo viajero amante de los más insólitos contrastes entre paisajes, colores y sensaciones hallará en la comarca de Baza su lugar para el descanso, el deleite visual de parajes de ensueño y el disfrute de una arrolladora naturaleza que asoma entre ríos, sierras y un infinito horizonte de cerros rojizos.

Este conjunto dibuja ante el espectador un sugestivo paisaje surcado por infinidad de hilos de agua y enmarcadao en una lunática acuarela de badlands.

Sin duda lo más fascinante que podemos encontrar en las ocho localidades que conforman la comarca bastetana es su legado arqueológico y monumental, huellas indelebles del paso del hombre por estas tierras desde hace 5.000 años.

Su posición estratégica convirtió a esta región en paso obligado de civilizaciones: íberos, romanos, visigodos y musulmanes dejaron la impronta de su presencia en toda la comarca.

En las ricas necrópolis del poblado íbero de Basti se halló la famosa Dama de Baza -una escultura policromada del siglo IV a.C. que representa a una diosa- o el Torso del Guerrero, joyas de una cultura que llevó a la comarca a uno de sus momentos de máximo esplendor. La relevancia cultural de este asentamiento la podemos comprobar con una visita al yacimiento arqueológico iberorromano de Basti -a tan sólo 3 kilómetros de la ciudad-, declarado Bien de Interés Cultural y actualmente en fase de excavación y musealización. Además, el Museo Arquelógico Municipal de Baza expone en sus salas una importante muestra de la cultura iberorromana.

Sin duda fue en la época musulmana cuando la comarca recobró relevancia gracias al aprovechamiento de sus riquezas naturales por parte de la población árabe. En los siglos siguientes el territorivive una período de especial pujanza económica y cultural. El espectacular auge del cultivo agrícola conlleva la creación de una red de molinos, acequias y aljibes cuyo uso sigue vigente en nuestros días. En esta época también se construyen las primeras fortalezas, como la Alcazaba de Baza, el Castillo de Freila o las torres vígia que jalonan la comarca como hitos dominantes del paisaje. Todas ellas constituyen un magnífico patrimonio que se puede contemplar a lo largo y ancho de todo el territorio comarcal.

Durante este largo período se conformó la bella fisonomía actual de nuestras localidades, en la que cobran especial valor por su originalidad la infinidad de casas-cueva horadadas en los cerros arcillosos característicos de estos lares.

LAS CUEVAS, además de perfilar una bella estampa de formas ovaladas y chimeneas encaladas sobre terrazas de cárcavas, se han convertido en los últimos años en alojamientos de lujo gracias al redescubrimiento de sus ventajas.

De hecho, la integración estética en el paisaje y el ahorro energético son valores medioambientales en auge y que caracterizan la vida en las cuevas por su carácter de vivienda bioclimática -conservan una temperatura de 20º durante todo el año-.

La revalorización de la cueva ha supuesto todo un fenómeno en las localidades del altiplano. La vivienda antaño barata y rápida de construir, habitada por población rural con escasos recursos, se ha convertido en alojamientos turísticos con todas las comodidades después de su rehabilitación.

El visitante puede, por tanto, acomodarse en lujosas cuevas recuperadas para disfrute del turismo en toda la comarca y, a la vez, visitar las más antiguas que se remontan al siglo XII. Habitadas desde el período andalusí, merece la pena visitar las cuevas almohades de Las Hafas en Benamaurel -con un hermoso columbario romano-, las Barriadas de San Sebastián, San Marcos y San Juan de Caniles, el Barrio de los Barrancos de Cúllar, el Barrio de Triana de Cuevas del Campo, el Barrio del Pozo en Freila o el de Abatel en Zújar.

No acaba aquí la belleza que encierra este territorio. Otro espectáculo para los sentidos es adentrarse en el Parque Natural de la Sierra de Baza, una “isla bioclimática” que asombra por su inmensidad -52.300 hectáreas de espacio natural-, su rica vegetación -la sierra más rica en endemismos de Europa-, su fauna -especies como la mariposa Baza o el escarabajo de los calares son únicos en todo el mundo-.

No hay que olvidar la valiosa huella dejada por el hombre a lo largo de 7.000 años de ocupación, y de la que se conserva una bella arquitectura vernácula en sus numerosos poblados y aldeas, así como en sus ricas tradiciones.

Sin duda, el agua que emana de las sierras que rodean la comarca es la fuente de vida y prosperidad de sus pueblos. Mirando al horizonte podemos divisar un espectacular paisaje que nos asoma a las sierras que sirven de acuíferos aluviales a sus ríos, como son el Cerro Jabalcón, la Sierra de Baza, Sierra de las Estancias, Sierra de Castril y Cazorla o La Sagra, cuyas cumbres encontramos cubiertas por un manto de nieve durante la mayor parte del año. El blanco de las cumbres contrasta con el singular paisaje subdesértico, en casos predesértico, de la Hoya de Baza.

La Sierra simboliza la importancia del agua en estas tierras, que sin duda dio origen a los primeros asentamientos de población y posibilitar su subsistencia.