La película, premiada en el Festival Alcances y sin distribución en España, habla de las relaciones humanas, la economía colaborativa y la integración de los inmigrantes.
Maite Vitoria Daneris: “El lugar de las fresas recupera la esencia del ser humano: el origen del intercambio entre personas. La película tiene una función: la de generar armonía y transmitir al público que es posible vivir en en paz. Es una cura para el corazón.”
El documental El lugar de las fresas, calificado por “obra maestra” por Roberto Saviano, se exhibe en la 48º edición del Festival de Cine Documental Alcances de Cádiz. Dirigido por la cineasta Maite Vitoria Daneris y candidata a los Goya en la última edición, optaba por primera vez a un premio en España. Daneris vivió durante 10 años en Turín trabajando en la película, que dedica a su familia, originaria del sur de Cádiz, y a las personas migrantes y campesinas del mundo.
Lidia Ucher. Madrid/Cádiz. @lidiaucher
Lidia Ucher. Madrid/Cádiz. @lidiaucher
El lugar de las fresas deja al desnudo la esencia del ser humano como ser social y cooperador desde un relato cercano y emocional de la vida cotidiana de Lina, Gianni y Hassan. Tres personajes cuyas vidas se cruzan entre sí ante la cámara de Maite Vitoria Daneris y que componen, conscientes y a la vez ajenas a la mirada testimonial de la joven cineasta, un documento vital de transformación para el bien común, desde lo personal a lo colectivo, desde las raíces de la tierra que trabajan y los une.
El documental se aleja de un relato testimonial contado por boca de unos personajes para penetrar de lleno en el pensamiento y acciones de cada uno de ellos. La mirada y la voz en primera persona de Daneris acompañando sus vidas consigue estremecernos con cada palabra de Lina, cada gesto de Hassan, cada silencio de Gianni. A medida que avanza el relato casi adivinamos qué piensa cada uno de ellos, sin dejar de sorprendernos a cada minuto del filme su capacidad para superar dificultades, aprender del otro, empatizar, encontrar soluciones y construir un mundo donde no cabe la diferencia si no es para hacer de ella una oportunidad.
Lo revive Maite Vitoria desde el emblemático edificio de la Filmoteca Española, situado en el barrio de Lavapiés junto al mercado municipal de Antón Martín, con sus puestos distribuidos entre las plantas del interior del recinto y las calles adyacentes del barrio. “Este lugar tiene un significado muy especial para mí porque he vivido en Lavapiés antes y después de pasar 10 años en Turín”.
Todo empezó en el instante en que su cámara se cruzó en una madrugada de invierno con Lina descargando palés de fresas en el Mercado de Porta Palazzo, el más grande de Europa al aire libre. “Seguí mi instinto y quise conocer a Lina”, asegura. Así, consiguió convivir con la que se convertiría en la carismática campesina piamontesa protagonista de su primera película. Todo en un entorno de convivencia y comprensión “del que tanto he aprendido como profesional y como persona”, afirma Daneris.
El lugar de las fresas, el origen de todo
El lugar de las fresas bien puede ser un compendio de buenas prácticas de economía colaborativa, integración de personas inmigrantes, crear riqueza y empleo desde las raíces de un huerto de fresas, desde lo rural, desde la agricultura, el comercio y el consumo de lo local. Pero también nos habla de las relaciones humanas, “de cómo hacer fácil lo que parece difícil”, señala Vitoria. O de cómo a través de los medios de comunicación nos llega un relato muy alejado de la realidad, de la cotidianidad, cuando hablamos de migraciones y conflictos por causa de la falta de empleo o la integración de las personas migrantes en el campo o la ciudad, o incluso de cómo zanja la protagonista de la película la hoy tan controvertida islamofobia de género: "Cuando Lina se anuda su pañuelo a la cabeza antes de salir a trabajar en el huerto, recuerda a la madre de Hassan y tan solo musita un "me lo pongo, como las mujeres árabes, sí, y no se hable más”, nos recuerda su directora.
“El sentido esencialmente práctico de la gente que trabaja la tierra se ve perfectamente reflejado en Lina. Ella encuentra un problema y crea una solución a algo que aparentemente no la tiene o es origen de conflictos sociales en nuestras sociedades”, explica Daneris.
Dos culturas, un huerto y una tarea común
Por eso, El lugar de las fresas es una obra que vuelve al origen de todo: un huerto donde se encuentran tres personas con una tarea común. Un claro ejemplo de cómo la colaboración es posible si la intención y la causa de cada uno es digna. Y poco importan las diferencias de creencias y las culturas para ayudarnos y construir un mundo mejor.
Lina habla en el film de “cuidar las fresas para que enraícen bien, todo transplante hace sufrir a la planta”. Se podría hablar así también de los procesos migratorios de las personas. Así, cómo tres personas se imbrican, enraizan como las fresas en el huerto y confluyen cobra en este film un sentido universal, extrapolable desde Turín a cualquier “lugar de las fresas” del mundo, sea en Italia, España, Marruecos o cualquier región del mundo: “Mis abuelos eran campesinos en España, y el olor que recuerdo de ellos, el de sus manos trabajando la tierra, es el mismo que el de Lina y Gianni”. Maite Vitoria relata que el origen de este trabajo era conectar con algo familiar: “Esta vivencia me ha enseñado mucho sobre la humanidad, la generosidad de estas gentes del campo, que sin conocer los entresijos de la burocracia se arremangan para resolver cualquier situación”. Así, vemos a Lina recorrerse los despachos y reunir en torno a una mesa a todos para, sin apenas entenderse entre ellos -Hassan no hablaba italiano al “entrar en escena”-, encontrar soluciones a las situaciones que la vida les pone por delante.
La película también desmonta los tabúes sobre el patriarcado y las relaciones de género, las intergeneracionales y entre personas de diferentes creencias religiosas: “Lina trabaja la tierra, es campesina, una mujer que vivió la pobreza y empatiza con la pobreza de Hassan, el migrante marroquí que llega a Turín en busca de una vida mejor. “He vivido lo mismo que tú”, le dice.
“Cuando estoy cansado, me acuerdo de Lina”
“Esa empatía entre generaciones, religiones y culturas es la que se cuestiona ahora y la película demuestra que no es como nos lo cuentan. “Es curioso -nos cuenta Maite Vitoria- la reacción del público que ve la película y siente la energía de Lina. A mi madre le han parado conocidos para decirle: “Cuando estoy cansado, me acuerdo de Lina y me da fuerzas”.
“La gente común -continúa Daneris-, es la que hace el verdadero progreso, dan una clase magistral a la clase dirigente.” Y sentencia: “Se está dando un atraso brutal. El ser humano no puede ser feliz en un ambiente hostil y de miedo. Por eso la película deja esa huella emocional en las personas que la ven, porque transmite felicidad, armonía y que otro mundo de convivencia en paz y diálogo entre personas sí es posible.”
El lugar de las fresas, un gran vals
Maite Vitoria se refiere a su película como un gran vals: “Es la narración visual de una baile entre diferentes personajes, culturas, lenguas y músicas que danzan y aprenden juntos hasta que todo forma un todo, una perfecta armonía formada por pequeños pasos que se entrecruzan. Y aquí es cuando yo me voy, me salgo del film y vuelvo a España”.
Y es que como decía Antonio Gades y recordaba la bailaora María Pagés en su Utopía del Buen Lugar: “La danza no está en el paso, sino entre paso y paso. Hacer un movimiento tras otro, no es más que eso, movimientos. El cómo y por qué se liga y qué se quiere decir con ellos, es lo importante”. De igual manera interpreta Daneris su film: “los personajes van dando pasos, salen y entran en escena, bailan en parejas, primero Gianni con Lina, luego Lina con Hassan, Hassan con Gianni… hasta completar una danza armoniosa”.
El documental, calificado por “obra maestra” por Roberto Saviano, se exhibe y está en competición con otras seis obras en la sección de Largometrajes para optar a la “Caracola”, el premio del Alcances al Mejor Largo Documental en la 48º edición del Festival.
El sábado 17 de septiembre, en la gala de clausura del Alcances en el emblemático Gran Teatro Falla, se celebra la entrega de los Premios de la 48 edición. El lugar de las fresas opta, además del Premio Alcances del Jurado Oficial al mejor Largometraje, a los premios especiales CIMA a la mejor cineasta, el Premio de la Asociación de Cine Documental DOCMA y el premio del Público.
De Turín a Cádiz"Volver a Cádiz, la ciudad de mi familia materna, ha supuesto descubrir que el lugar donde se presenta la película está en el barrio de mis abuelos y la sala dónde mi madre descubrió el cine desde niña, el cine Palillero”. Por este motivo, Maite Vitoria Daneris afirma que la presentación en Cádiz de su película es un “agradecimiento de retorno a toda la gente que la ha hecho posible, desde mi familia a los protagonistas de El lugar de las fresas”.
“La vida es realmente una película”, concluye.
Candidata a los Goya, sin distribuidora en España
La película se estrenó en el Torino Film Festival, el festival de cine independiente más importante de Italia, donde ganó dos premios y llenó las salas; y obtuvo el premio al mejor documental en el Sguardi Altrove Film Festival de Milán. Y el más importante, según destaca su directora, fue el que le otorgó el Annecy Cinéma Italien, el festival de cine italiano más importante del mundo, celebrado en Francia en este 2016.
Con el Alcances, es la primera vez que en España la película entra en concurso con opción a premio. Estrenada en 2013, hasta 2015 no se estrenó en salas del estado español: la Cineteca de Madrid, con 7 pases y las salas llenas, la Sala Berlanga de Madrid, el Círculo de Bellas Artes, Casa Árabe, la Filmoteca de Logroño, como Première en el Ecozine, y la Filmoteca de Catalunya. El lugar de las fresas ha llenado salas pero la película, candidata a los Goya de la última edición, aún no tiene distribuidora.
El sábado 17 de septiembre, en la gala de clausura del Alcances en el emblemático Gran Teatro Falla, se celebra la entrega de los Premios de la 48 edición. El lugar de las fresas opta al Premio Alcances del Jurado Oficial al mejor Largometraje, así como a los premios especiales CIMA a la mejor cineasta y Premio de la Asociación de Cine Documental DOCMA, además del premio especial del Público.
El Festival Alcances acoge asociaciones dedicadas a fomentar la visibilidad de la mujer en el sector audiovisual, como son CIMA y AMMA, que realizan actividades paralelas como "Mujeres que documentan el mundo". El número de directoras a concurso en esta edición está cercano al 50%.